lunes, 16 de agosto de 2010

Fragmentos (IV)

'Contemplo los planetas y las estrellas, y pienso que no sabemos nada de lo que hay más allá de nosotros. Pienso en el Ojo de piedra, hecho de un material desconocido. Como el Polo Ártico para los exploradores, es algo por descubrir. Y además, puede ser la puerta que abra otro mundo. Por un momento, pienso que todo puede ser. Puede que hay seres de otros planetas que nos invadan. O seres de otra dimensión a los que podríaos invocar, para que nos protejan o nos concedan aquello que deseamos, pero también puede que se apoderen de nuestro mundo, porque somos más frágiles y elementales que ellos. Quizás nos lo merezcamos.
O, quizás, mirar más allá sólo lleve a perderse.'
(Fragmento de 'El último eclipse')

Fragmentos (III)

'Hay momentos en que todo se queda en blanco. Como si no hubiera ruido alguno. Me escondo. Huyo. Me siento como el naúfrago que llega a la orilla de la Isla del Doctor Moureau, y ya sabe lo que le espera. Como el que avista esa extraña nave en la campiña, en La guerra de los mundos, y es abrasado por un rayo que surge de ella. O como si con la máquina del tiempo hubiera llegado a un tiempo desconocido donde el sonido está ausente y las figuras borrosas.
Y pienso en Sherlock Holmes, con su mente poniendo orden en el caos del mundo. Una mente analítica que no deja resquicio para el azar. Todas las piezas del puzzle están en su sitio. Y como él, me entrego a mi violín, esperando que la música me secuestre y me haga olvidar ese boquete que se abre en mi corazón. Pero veo la foto de mi madre, y la música se desvanece. Necesito huir, necesito estar lejos.'
(Fragmento de 'El último eclipse').

Fragmentos (II)

'Lo invisible desata nuestra imaginación, pero el radio y el tranvía eléctrico son una realidad, y en cuanto vemos cómo funcionan el asombro ya se hace comprensión. Y un día convives con ello, olvidándote de aquel efecto que causó en ti, casi de alucinación, cuando apareció en tu vida por primera vez. No, no 'alucinabas'. No era magia, todo tiene su truco. Como sabe Houdini, o como saben los hermanos Lumiere, o Melies'.
(Fragmento de 'El último eclipse')

Fragmentos (I)

‎'Recuerdo que una vez sorprendí a mi madre hablando de moda con una amiga de la familia. Esta la miraba perpleja, como si no diera crédito a sus palabras cuestionando la necesidad del corsé, y cómo los imperativos de la moda convertían a la mujer en una muñeca de porcelana. Era una forma de dominio más para que la mujer se quedara en su supuesto sitio en el hogar, como mero objeto decorativo. La amiga en cuestión no volvió nunca más'.
(Fragmento de 'El último eclipse')

domingo, 15 de agosto de 2010

Crítica de Neila Sanz

El último eclipse de Alexander Zárate Ormaeche
Publicado por Cultura Sesgada
Hace unas semanas os hacía una pequeña mención a la obra del escritor Alexander Zárate Ormaeche titulada El Último Eclipse, por lo que me ahorraré los formalismos de recordaros cuál era la sinopsis ya que hoy vengo a hablaros de las impresiones, muy gratas, que ha causado en mi su novela.

Como toda buena novela que se aprecie, se debe empezar por el principio, presentando a su personaje principal, en este caso es Óscar, un joven de diecisiete años que sorprende al lector con su compleja personalidad, la cual iremos descubriendo a través de los sentimientos, emociones y pensamientos que siente respecto al resto de personajes, muy bien caracterizados, que aparecen en la trama, encargándose el autor de mover los hilos de sus personajes desde la empatía, siempre poniéndose en la piel del otro, lo que permite humanizar una obra enmarcada en el género SCI-FI y que todos los que os acerquéis a ella podréis observar que los temas que trata son más cercanos a la realidad que a esa ficción en la que nos enmascara su autor, lo cual viene favorecido por el uso de un lenguaje sencillo que permite que su lectura sea amena. Otra cuestión a destacar y en la que más quiero incidir porque creo que en ella radica la verdadera imaginación y creatividad de Alexander Zárate es en el desarrollo de los escenarios sobre los que se mueven los personajes (una institución psiquiátrica, un hospital, un cementerio, un museo, callejas estrechas, etc...) porque juega con los arquetipos propios de las películas antiguas e incluso me atrevería a decir que se atisban rasgos de películas de serie b y sus descripciones, someras pero intensas, nos imbuyen en universos distintos, nos acerca a lo que conocemos y nos aporta una nueva perspectiva cuya clave radica en mirar debajo de las apariencias y más allá de las creencias establecidas. Además, enclavar históricamente su narración, hace que el drama de algunas escenas sea más impactante y que sus palabras cobren la fuerza suficiente para conducir con premeditación al lector hacia la reflexión analítica. Como ejemplo de esta última apreciación, exponeros un fragmento concluyente: " lo que yo he vivido no tiene nada que ver con lo que supondrá para los demás. Mi experiencia y la realidad de lo ocurrido se convierten en titulares de ficción. Lo que no se nombra, no existe, y es suplantado, además, por otro escenario. La verdad permanece invisible, y sólo queda el proyector creando sombras en la pantalla." Y para finalizar esta breve reseña, deciros que la novela, a parte de su carga simbólica, está caracterizada por giros inesperados que mantendrán vuestra atención, intriga y misterio a flor de piel a cada paso de página.

Ficha Técnica:

Obra: El Último Eclipse
Autor: Alexander Zárate Ormaeche
Editorial: Entrelíneas Editores
Año: 2010

miércoles, 11 de agosto de 2010

El estudio de Melies. Los primeros rodajes fantásticos.

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En 'El último eclipse', Oscar asiste a varias proyecciones, en un cine madrileño de nombre 'Biograph, de películas de George Meliés, como 'La mujer escamoteada' o 'La mansión del diablo', la primera película de vampiros y de terror de la historia del cine. El cine es la fuga para la imaginación de Oscar de un mundo del que no se siente parte, un mundo estricto y represor. La sorprendente aventura que luego vivirá pareciera surgida de alguna de estas películas fantásticas.
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En el año 1897 funda en las afueras de París, en Montreuil-sous-Bois, el segundo estudio cinematográfico de toda Europa –el primer había sido el Black María de Edison–. En estos estudios Méliès llega a rodar entre 1896 y 1912 más de cuatrocientas películas de ficción. La primera de ellas es la famosa Desaparición de una dama en el Robert Houdin, en donde Méliès actúa en el papel de mago convirtiendo a una actriz, Jeanne D'Alcy, en esqueleto, y después de nuevo en una persona viva. Gracias a Méliès, que era mago, la magia entró en el cine, ya que este artefacto permitía conseguir cualquier efecto visual imaginable, ya fueran transformaciones, desapariciones, cabezas que se inflan hasta explotar, o cabezas que se separan de sus cuerpos, cuerpos que se reconstruyen, viajes a la luna, hombres que vuelan, etc. Todo es posible en un corto de Méliès.
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Para tal concepción del cine fue decisivo un error ocurrido en 1896 cuando su cámara tomavistas sufre un atasco y se detiene, aunque Méliès sigue rodando. Más tarde, en la proyección de la película, Méliès descubre asombrado el primer efecto especial de la historia del cine. Así describe ese momento en sus memorias: "La cámara que usaba al principio un aparato rudimentario que con frecuencia se dañaba y se negaba a moverse, produjo un día un efecto inesperado cuando estaba fotografiando, prosaicamente, la Plaza de la Ópera. Me tomó un minuto conseguir que la cámara volviera a funcionar, pero durante ese minuto la gente y los carros, por supuesto, se habían movido. Cuando proyecté el film, después de un rato de descanso, de pronto descubrí que un ómnibus se convertía en un coche fúnebre y los hombres se convertían en mujeres. El truco de la substitución había sido descubierto". A partir de ese momento Méliès explora prácticamente todas las posibilidades que ofrece el cinematógrafo en cuanto efectos especiales, consiguiendo unos resultados espectaculares.
(Francisco Gamero)

domingo, 1 de agosto de 2010

Balamzinan, H R Giger y la influencia de Lovecraft

Balamzinan, el dios maya, mitad alacrán mitad jaguar, que puede ser invocado por el Ojo de piedra en mi novela 'El último eclipse' tiene una manifiesta inspiración en la obra de H.P. Lovecraft, y en la obra de H.R Giger, el creador de unas de las más fascinantes criaturas del terror en las última décadas, ese ser sin conciencia ni fantasías de la moral, que define al humano villano de 'El último eclipse' aquel que carece de empatía a la vez que no tiene punto vulnerable alguno, ni siquiera la vanidad o la soberbia.

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